sábado, 2 de noviembre de 2013

AMIGOS PARA SIEMPRE

Hace muchos pero muchos pero muchos años,  un niño llamado Raúl tuvo la oportunidad de ser amigo del príncipe Jorge. Todo sucedió a causa de que el papá de Raúl trabajaba como ayudante del jardinero real. Cuando nació Jorge su papá el rey también llamado Jorge se preocupó porque no tenía algún niño de la realeza con quien compartir algunas horas de juego. Cuando comentó esto al jardinero, este le contó que uno de sus ayudantes tenía un hijo de la misma edad de Jorge.
Así fue como Raúl durante toda su infancia llegó a ser el mejor y único amigo del príncipe Jorge. Aunque Raúl vivía lejos del palacio, desde muy corta edad ya había aprendido el camino para llegar. También ubicaba  la puerta de entrada de la servidumbre, a partir de la cual recorría el largo pasillo bordeado de altos siempreverdes que lo llevaba al patío donde compartían largas horas de juegos. Como ustedes se lo imaginaran el mayor tiempo lo ocupaban jugando al Futbol. Jorge era muy hábil  con la pelota pero Raúl era más fuerte e inteligente. Muchas veces los niños volvían a sus casas, es decir uno a su casa y el otro al palacio, con algunos golpes en las piernas y hasta alguna magulladura en el rostro. Como siempre sucede los niños se pusieron sobrenombres el uno al otro. Raúl tenía su cabello muy enrulado entonces Jorge lo llamó Rulo; este a Jorge lo llamó Cabezón, ustedes ya comprenderán el porqué.
Como todos sabemos los niños crecen y por una u otra causa sus vidas toman caminos distintos. Con la muerte del padre de Jorge este llegó al reinado, mientras tanto Raúl tenía una hermosa familia compuesta por su esposa y dos preciosos hijos. Raúl tenía deseos de un mejor pasar para ellos  razón por la cual pidió a su padre que le aconsejara cómo hacer para pedirle al rey Jorge que le diera una porción de viñedos que estaba en la parte sur alejada del palacio y que nadie estaba trabajando. El padre le dijo que debía acercarse al palacio y pedir una audiencia para llevarle este pedido al rey. Pero Raúl le recordó que el rey Jorge era su amigo el Cabezón, y le pidió que hablara con el jefe de los jardineros para poder tener un encuentro con su amigo en los patios del palacio. Oportunidad que el aprovecharía para pedirle la ayuda que estaba buscando. Aunque pareciera ser imposible, el encuentro se pudo concretar, Jorge, el Cabezón, estaba muy feliz de tener a su amigo Rulo nuevamente en el patio del palacio como en los viejos tiempos. Pasaron un día fantástico recordaron, charlaron y… jugaron al futbol, con tanta mala suerte que el Cabezón quedó con un ojo amoratado. Terminaba  el día,  Raúl tenía que efectuarle el pedido a su amigo Jorge, entonces con toda confianza de amigo a amigo se lo dijo: _Cabezón, vos no me ayudarías dándome la porción del viñedo que está en la parte sur alejada del palacio?_ La repuesta llegó rápidamente, poniéndole una mano sobre el hombro Jorge le dijo: _Con mucho gusto lo haría pero aquí no puedo dártelo porque no tengo mis secretarios y todos los requisitos del protocolo  para poder cedértelo, tendrías que venir mañana por la puerta principal del palacio_ Raúl no quedó muy conforme con la respuesta de su amigo;  de todas manera el encuentro había sido muy bueno, salvo aquella respuesta.
Esa noche el padre de Raúl se dio cuenta que estaba enojado, y cuando le preguntó que había pasado en el encuentro con Jorge, Raúl lanzó todo su enojo: _ Lo que pasa es que al Cabezón se le clavó  la corona en la cabeza y se olvidó que somos amigos_ El padre con toda sabiduría le explicó que una cosa era la persona de su amigo Jorge y otra la envestidura que el portaba. Era lógico que Jorge como rey pudiera darle esas tierras, pero como amigo alejado del trono y de los elementos que lo conforman como rey no podía tomar ninguna decisión importante. De muy mala gana Raúl acepto el consejo  y decidió acudir al día siguiente al palacio para hablar con el Rey Jorge quien  también era su amigo el Cabezón.
Al llegar se le preguntó a quien debían anunciar, _A Raúl Villanueva_ contestó de muy mala gana. El recorrido de los pasillos y las grandes salas le pareció interminable, a cada instante tenía deseos de volverse y no hablar con el rey su amigo Jorge. Finalmente llegó, allí estaba Jorge sentado en el trono con su corona, su vestidos reales y todo su séquito, entonces dijo las palabras que su padre le había enseñado: _ Oh excelentísimo Rey Jorge, si me permite abusar de su bondad deseo presentar a usted una petición_ Todo esto tomando una posición de reverencia  e inclinando su cuerpo hacia adelante demostrando respeto. Mientras esperaba una respuesta buscó el rostro del rey, allí estaba, parecía imposible que fuera él, pero era el Cabezón, su ojo amoratado de la tarde anterior lo estaba demostrando. Pero su rostro era distante impenetrable indescifrable, entonces dijo: _Dime cuál es tu petición y te la concederé_ A Raúl le resultó dudoso que ayer por la tarde le haya hecho el pedido y ahora se olvidara de él. Pero de todas formas se lo dijo: _Si tu, oh gran rey Jorge ,tuvieras la buena voluntad de hacer un bien a mi familia esposa y a mis hijos dándonos la parte de los viñedos que están al sur alejado del palacio nosotros estaríamos eternamente agradecidos_ Nuevamente inclinó su rostro esperando la respuesta, el rey Jorge dijo: _ Te concedo estas tierras para su labranza para ti y tu familia por las generaciones, pero nunca podrán venderlas_ Y siguió diciendo: _ Y lleva mis saludos y deseos de bienestar a tu familia en especial a tu padre_  Raúl estaba agradecido entonces dijo: _Que Dios bendiga tu reinado gran rey Jorge_ Nuevamente inclinó su rostro, entonces escuchó o le pareció escuchar al rey diciendo en voz muy baja: _Todo está bien, chau Rulo, amigos para siempre_ Buscó el rostro del rey, y permanecía impenetrable,  sin embargo le pareció ver que en un momento, muy fugazmente le había guiñado un ojo. El ojo sano, no el amoratado. Se quedó mirándolo por un momento, hasta que uno de los ayudantes le indicó que se retirara caminando de espalda, siempre de frente al trono hasta que llegó a una puerta lateral que estaba a su derecha hacia la cual  se deslizó caminado de costado, sin mostrar la espada al rey. Cuando caminaba de vuelta por las salas y los pasillos le sonaban en su mente esas palabras: _Todo está bien, chau Rulo, amigos para siempre_ Se preguntaba ¿fueron reales? ¿O fue mi imaginación? Finalmente concluyó en que esas palabras eran el testimonio de que entre ellos existía una entrañable y perdurable amistad. El rey Jorge era su amigo. Raúl llegó a su casa y contó a su familia la buena noticia: el rey les había cedido esos viñedos que les darían la posibilidad de prosperar.
Al otro día el padre le explicaba a Raúl lo importante que es reconocer y respetar la investidura. Es mejor tener un rey amigo que un amigo que es rey, primero la investidura. Mucho más en el caso del trato con Dios, porque esto nos trae muchas bendiciones. Dios es bueno, es como un amigo tal el caso del Cabezón y el Rulo, Pero también Dios es Soberano y debemos acercarnos  a el con el respeto y la reverencia que se merece. Algunas veces es como que podemos quitar a Dios sus vestiduras reales y su autoridad simplemente porque lo tratamos como un amigo y no le reconocemos ninguna autoridad o poder, y nos relacionamos en el patio del palacio. De esta forma estamos impidiendo que nos llegue su bendición.
Muchas veces es lamentable escuchar los nombres y el trato que se tiene para con Dios, aunque se haga sin mala intención y por ignorancia. Lo llaman con nombres vulgares y simples. Y todo esto se hace sin ninguna reverencia ni respeto. Pero qué importante es recordar que cada vez que hablamos de Dios nos estamos refiriendo al creador del cielo y de la tierra;  al que junta en su palma las aguas de los mares y toma con dos de sus dedos todo el polvo de la tierra. El Dios de toda carne y de todo espíritu. El Dios Jehová de los Ejércitos celestiales. El Santo de Israel. También el que fue, el que es, y que ha de ser. El que es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. El Padre de Jesucristo y nuestro Padre Celestial. El Dios de Abrahám de Isaác y de Jacób. Siempre debemos recordar que estamos hablando del Dios que puede calmar una tempestad pero que también puede hacer que el mar brame desde las más grandes profundidades. Que pude hacer que llueva fuego del cielo y puede hacer que las llamas y lavas suban al cielo desde los grandes  volcanes. El Dios que puede transformar el desierto en un vergel y una pradera en un arenal. El Dios que cuando cierra nadie abré y cuando abre nadie cierra. El Dios que conoce tus palabras aun antes de que lleguen a tus pensamientos. Estamos hablando del Dios que dividió las aguas para que su pueblo pasara por tierra firme, que abrió la tierra para que tragase a los rebeldes, que hizo que lloviera el maná durante cuarenta años para que su gente no pasara hambre. El Dios que alimento a miles con solo algunos panes y peces. Estamos hablando del Dios que resucita los muertos. Nuestro trato no puede ser vulgar e irreverente porque estamos hablando de un Dios terriblemente poderoso que llena de un escalofriante temor a todo aquel que se llega ante su presencia. Estamos hablando de un Dios monumental que hace que el hombre se sobrecoja al ver su imponente poder. 
A ese Dios Creador del cielo y de la tierra, Padre de Jesucristo, y que también es nuestro Padre Celestial, sea la honra el respeto y el honor y desde su trono eterno envíe su bendición sobre nuestras vidas. Nuestro Dios poderoso y eterno Soberano también es nuestro amigo y seguramente que estando frente a él podremos sentir el fuerte afecto que experimento Raúl cuando escuchó aquellas palabras: _Todo está bien, chau Rulo, amigos para siempre_


Ricardo Orlando Chavez    de mi libro El Guerrero (no publicado)