En nuestra niñez no era común que algún chico tuviera una
pelota de fútbol. Eran pocos los privilegiados, p ero en cada barrio con
seguridad que había uno. Este era el que llegaba al baldío donde íbamos a
jugar con la pelota bajo el brazo. Si era después de las fiestas de fin de año
seguramente que estaba reluciente por estar recién comparada. Lo interesante
era que dependíamos del buen humor del dueño de la pelota, porque si alguien
osaba hacerle un faul un poco subido de tono al momento ponía su pelota
nuevamente bajo el brazo y amenazaba irse a su casa. No había muchas pelotas de
fútbol pero tampoco había tantos lugares donde jugar al fútbol. Si la cancha
del club del barrio estaba ocupada teníamos que rebuscarnos jugando en el baldío
del ferrocarril cerca de los eucaliptos grandes. Y una vez hicimos una canchita
en un terreno que tenía mi viejo, armamos los arcos, marcamos las líneas tan profundas que podíamos tropezar al cruzarlas y también las marcamos
con cal. En ese tiempo yo era el dueño de la canchita, y gozaba de algunos
privilegios parecidos al dueño de la pelota. No pretendía ganar siempre pero sí
que no me golpearan mucho porque podría pedir el desalojo de la cancha.
Pera había uno que era el dueño del micrófono, aunque nunca
tuvo uno pero siempre encontraba algún elemento que se le pareciera. Micrófono
en manos muchas veces relataba los partidos que estábamos desarrollando con la
misma categoría que los grandes relatores de aquella época. Incluso podía imitar
la voz del locutor que hacia la publicidad. Cabe aclarar que nada de TV algunos
años después llegaron los primeros televisores al pueblo.
Pasaron los años y los dueños de la pelota ya no la tienen, el
dueño de la canchita tampoco la tiene, pero el dueño del micrófono todavía tiene
su micrófono. Cuando se instaló una FM en un pueblo cercano comenzó a relatar
los partidos de las ligas locales. Pasaron algunos años, y seguramente con muchos esfuerzo llegó a tener su propia FM y hasta
hoy es el dueño del micrófono, porque es su herramienta de trabajo. Feliz día
del periodista viejo amigo relator de fútbol de la infancia.
Ricardo Chavez Cuello.