sábado, 14 de diciembre de 2013

MIS REGALOS DE NAVIDAD

Vengo de una familia pobre, tampoco puedo decir tan pobre tan pobre, como dijo aquel que tratando de superar en sus necesidades a otro que dijo que ellos vivían a la intemperie. Entonces se apresuró a decir: -Nosotros ni siquiera teníamos intemperie- Teníamos intemperie, pero en  honor a la verdad mi madre tenía bien guardado un documento denominado Certificado de Pobreza y que en esas épocas se tramitaba ante la autoridad comunal o municipal, esto permitía principalmente la asistencia de salud en forma gratuita mas otros beneficios sociales. Pero recuerdo que todas las  navidades mis hermanas y yo hemos recibido un regalo que mis padres compraron con sus propios recursos. Nunca nos faltó el regalo de navidad. En cuanto al regalo de reyes cuando crecimos ya nos dábamos cuenta que siempre alguna vecina amiga nos llevaba a pasear con la intención de tener la casa libre para que mi padre escondiera los regalos debajo de las camas, donde los reyes supuestamente los habían dejado.
Luego, gracias a Dios, mi esposa y yo siempre hemos tenido el regalo de navidad y el de reyes para nuestros hijos. Y actualmente tengo una nieta y aunque es una beba debo pensar en estos regalos. El regalo de navidad tiene una gran importancia y trascendencia en la vida del niño y en la vida social. Pero mucho mas allá de lo importante que es la navidad desde el punto de vista espiritual de nuestra fe, vemos que se ha creado en una necesidad que no es tal, porque las necesidades son aquellos recursos que son fundamentales para la subsistencia de nuestra vida, tales como la comida, el agua, la educación, la salud, la vivienda y muchas otras que son imprescindible para la existencia del niño.Entonces debemos decir que el regalo de navidad no es una necesidad, y que es un deseo que ha sido creado, motivado y fogoneado por nosotros mismos al punto que casi lo confundimos con una necesidad, y lo transformamos en una cuestión de vida o muerte. Bueno sería que en esta navidad vayamos mas allá del regalo de navidad y tengamos en cuenta que el mundo de un niño no se arregla o fortalece con solo un regalo por año. Ojalá, Dios quiera que fuera así, pero hay niños que posiblemente el día antes no comieron y el día siguiente de navidad van a estar enfermos y no tienen medios para ser curados. O durante todo el año no tienen una escuela o un maestro o un voluntario que les enseñe lo fundamental para enfrentar la vida. Mi intención no es quitarle valor, sentimiento y emoción al regalo que usted comprará para sus niños. creo que solo quiero reflexionar sobre lo importante que es esto para nuestros niños.
En una comunidad medianamente prospera es lógico que aquel niño cuyo padre no puede comprarle algún regalo se va a sentir disminuido, y podemos ayudar proveyendole uno.Con esto no quiero echarle la culpa a usted de todo lo que pasa en el mundo, pero en el mundo hay millones de niños que no esperan un regalo de navidad, ellos esperan comida y medicinas, esperan pacificadores que motiven a sus padres a desistir de la guerra, esperan agua para dejar de consumir aguas contaminadas, esperan educación y cultura. Y muchos aunque no sepan lo que es, esperan poder jugar y divertirse como niños que son, y no tener que cargar pesadas cargas padeciendo el trabajo infantil. En realidad estos niños necesitan que cada día les demos un regalo de navidad que cubra sus necesidades básicas y mínimas para subsistir, Y lo bueno es que el mundo cristiano tiene la capacidad y el poder para hacerlo, porque por nuestra generosidad y compasión, nuestra vocación de ayudar con desprendimiento y desinterés. Y nuestra caridad canalizada a través de organizaciones religiosas o ONGs dedicadas a la ayuda de los niños podemos hacer que cada día, y no una sola vez al año.Cristo se manifieste como la verdadera y autentica navidad a través del amor y la generosidad de los que creen Él.
Que nadie piense que digo todo esto para zafar del regalo para mi nieta Florencia, todo lo contrario es para poder hacerle un buen regalo pero con una mente mas abierta, un corazón mas sensible y una fe mas genuina.

Ricardo Orlando Chavez

jueves, 5 de diciembre de 2013

OTRA HISTORIA DE AMOR

                                                                                                                                                                 
 
                                                                                  El tren de cargas que se dirigía de Córdoba con dirección a la Provincia de Santa fe, venía con tres vagones atestados de juntadores de maíz  Entre ellos, un hombre joven de algo mas de treinta años, de estatura baja, de ojos verdoso oscuro, delgado y de pecho enjuto, acomodaba sus bagayos en un rincón del vagón. No eran muchas sus pertenencias, todas formaban un gran atado de utensilios, ropas de vestir y frazadas. La pava, el mate, una olla negra, tenedor y dos cuchillos de muy buena marca y mejor filo. Lo demás: algunas pocas ropas gastadas para usar en el trabajo y otras para cuando pudiera ir para el pueblo. Él como otros miles cada año venían de las provincias de San Luis y Córdoba, con pasaje gratis, buscando ser contratados en la cosecha del maíz que ya estaba por comenzar. Era un trabajo temporario pero trabajo al fin, pasado algunos meses debían volver a su lugar de origen, además no había mucho para elegir, era esto o nada.
El tren se detenía en cada estación dando la oportunidad para que quien quisiera bajar lo pudiera hacer, el hombre apresuró su paso para buscar sus cosas y se bajo en un pueblo apenas habían ingresado a la provincia de Santa fe. Podía intentar allí o en otros pueblos porque en todo Santa Fe y Buenos Aires la cosecha de maíz iba a ser muy grande. Apenas bajó del tren consultó a qué campo podía ir a contratarse. Le indicaron un campo cercano, mientras iba caminando alguien lo acercó en un sulky que continuó camino hacia otro campo. Como era de esperar fue contratado inmediatamente, le mostraron el galpón donde tendría que permanecer durante toda la temporada de cosecha junto con los otros juntadores. Acomodó sus cosas y salió al patio, todavía estaba con las ropas que venía viajando, tenía intenciones de lavarse en el molino. Entonces vio en la casa de los dueños del campo a una mujer que le pareció conocida, sin mucho dudar se acercó a ella. Conversaron un rato y allí descubrieron que eran vecinos desde niños allá en su pueblo cordobés; los patios de sus casas se encontraban, haciendo que prácticamente sea uno solo.Ella era un poco menor que él, sus ojos eran grandes, sus labios carnosos y su cabello negro ondulado
Así nació o renació una amistad que venía de muchos años atrás; la vida, el trabajo o la necesidad los había traído lejos de su lugar de nacimiento. Esta casi soledad los llevó a que fueran mas allá y se enamoraron. Ella trabajaba en la casa del chacarero y él con su maleta colgada a la cintura apenas asomaba el sol salía a recorrer los surcos para juntar maíz. Para el almuerzo podía verla de pasada cuando todos iban al galpón donde ella con otras personas les servían la comida. Después rápidamente a continuar con la cosecha hasta la puesta del sol, la paga era por tanto, entonces era muy importante llenar y vaciar varias maletas. Pero siempre hay tiempo para el amor, el cansancio se olvida, el mate renueva las fuerzas y las noches se hacen cortas para recordar y conversar.
Pasaron los días y los meses, la cosecha ya estaba por terminar, en medio de una de esas charlas ella le dijo que el amor había dado su fruto, estaba embarazada. Ahora correspondía dejar de recordar y comenzar a pensar en el futuro.Él decidió que no volvería a su pueblo y le pidió a ella que lo acompañara en la intención de vivir en un pueblo cercano desde donde se dedicaría a todo trabajo de campo. Ella aceptó, los juntadores de maíz cargaban sus bagayos y se dirigían a la estación. Pronto pasaría el tren carguero que los devolvería a sus tierras, la paga recibida les alcanzaría para sobrevivir varios meses. Pero ellos se quedaron aquí, y en el tiempo que correspondía nací yo. Siempre me gustó recordar que soy el fruto de un amor que nació en el campo, en medio del trabajo, el esfuerzo y quizás alguna necesidad. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.Cantares 8:7

Ricardo Orlando Chavez Cuello.