miércoles, 25 de febrero de 2015

EL AUTO DE LAS ILUSIONES

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Yo era niño cuando conocí la historia del padre que llegado a su casa le comentó a su esposa la intensión de comprar un auto. Uno de los seis hijos de esa familia escucho esta buena nueva y se la conto a los hermanos. Casi inmediatamente los seis niños rodearon al padre entre gritos y empujones. Todo tenía que ver con las intenciones encontradas en cuanto a qué asiento ocupar en el auto y peor aún con la pretensión del más pequeño en cuanto a ser el conductor. Finalmente el padre tuvo que poner fin a estas discusiones diciéndoles en voz alta: - ¡Vasta, se bajan todos del auto y se van a sus cuartos!- 

Los niños tienen una gran capacidad de imaginación o fantasía, hasta el punto que algunos tienen amigos imaginarios. Pero también los mayores suelen tener sus fantasías, sueños o ilusiones,  y algunas veces con  la intención de escapar de la realidad. En la historia vimos que la fantasía afectó o alteró la realidad para mal porque creo un problema. Pero peor aún es cuando, con la intensión de no enfrentar la realidad, nos refugiamos en una  fantasía que nos haga vivir en el mundo de ensueño que deseamos. Aunque parezca imposible es algo que ocurre frecuentemente, que alguien no toma las decisiones necesarias con relación a una realidad difícil, porque espera en una ilusión o una fantasía. En este punto la fantasía está emparentada con la fe desmedida. Es verdad que hubo quienes recibieron ayuda de otros, pero es un error dormir en una actitud totalmente pasiva, con la ilusión, la fantasía o la esperanza de que recibiremos ayuda de familiares o amigos. La mejor forma de resolver una cruda realidad es enfrentarla con los pies sobre la tierra y la mente libre de falsas expectativas. Sumando nuestra firme convicción de que la respuesta y la solución vendrán atreves de nosotros mismos con la fortaleza que Dios nos dará.

Otras veces la fantasía pasa por imaginarnos que somos más capaces de lo real, entonces podemos caminar por la vida con un porte de “rey” que no somos. Pero peor aún, esa idea nos impide tratar de mejorar con el fin de que por lo menos lleguemos a ser “príncipes”, aunque andemos con la prestancia de hombre común. Lo malo es cuando la fantasía, la ilusión, el sueño o la fe nos estorban para que podamos interactuar eficientemente en el mundo real. Bajemosno del auto de las fantasías, Dios no es Dios de fantasias, Dios es Dios de realidades palpables y concretas. Y no quiere que nos refugiemos en vanas ilusiones;  muy por el contrario, el espera que podamos enfrentar la  realidad más difícil y compleja con la confianza de que él nos ayudará a superarla, para mostrar a todos que es un Dios real y verdadero. Jeremías 33:3 dice: Clama a mí y yo te responderé y te enseñare cosas grandes y difíciles que tú no sabes.

Ricardo Chavez Cuello.

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