Supongamos
que una persona está comiendo un chorizo; mientras come, por lógica, reflexiona sobre el exceso de peso y el colesterol. También sus emociones son impactadas al
recordar cuántos hambrientos hay en el mundo. Su cultura lo empuja a repasar
todo lo que sabe sobre variedad de embutidos, de donde son originarios y cuáles
son sus condimentos. Otra persona también come un chorizo y ella disfruta del
grato sabor. También contempla el blanco de las porciones de tocino y rosado de
los trozos de carne de cerdo. Inspira profundo
para percibir más claramente el olor que despide. Escucha el chirriar,
porque recién fue traído de la parrilla y lo toca con un dedo para ver si no
está muy caliente. La primera persona
comió con sus pensamientos, ideas, sentimientos y emociones activados. La otra
lo hizo conectada a sus sentidos vista,
gusto, oído, tacto, y olfato. Es posible que ésta última opine que ese chorizo
era una exquisitez, pero la anterior diga que no fue del todo de su agrado. Y
esa opinión se deba a que comió prestando atención a su pensamientos, emociones
y sentimientos de su mundo interior, hecho que no le permitió percibir toda la
sabrosa realidad.
En
conclusión es aconsejable apagar la radio de nuestros pensamientos para
disfrutar de la realidad de un apetitoso chorizo. Pero también es bueno realizarlo
periódicamente para que no perjudiquemos nuestra salud sometiéndonos
continuamente a una excesiva actividad
mental y emocional. En ingles a esta práctica la llaman Mindfulness, que
quiere decir, la aceptación y conciencia del momento presente. Yo la llamaría "apaga
la radio". Eclesiastés 5:18 dice: He aquí,
pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber y gozar uno del
bien de su trabajo...
Ricardo Chavez
Cuello
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